“Cualquier persona que crea en _____________ o no crea en ____________, es disidencia controlada”.
“Todo el mundo debería ser ___________ y pensar __________ y hacer ____________”
“Debes entender y compartir mi miedo y mi inquietud por _______________ porque si no lo entiendes eres un __________”
“O estás conmigo o estás contra mi”
“¡Que viene el lobo! Y si no lo ves, significa que tú eres el lobo”
“Tu actitud frente a la vida y los problemas es una agresión hacia mi y tengo derecho a defenderme por cualquier medio”
Este tipo de frases y discursos tienen su importancia dentro de la guerra psicológica en la que estamos, y cuya misión es inyectar pensamientos y emociones negativas en la gente. Este tipo de frases nos indican que la guerra está en marcha y funciona.
El discurso disidente.
Hay tres ideas que se repiten en este tipo de discursos “disidentes”. La primera, sentir que se nos trata de forma injusta; la segunda, experimentar frustración porque hay algún obstáculo real que nos impide conseguir un objetivo concreto; y la tercera, porque sentimos que nos han perjudicado. La sensación de daño, de injusticia y de incapacidad se introducen en cada una de las frases de la disidencia. Ante esta situación, la disidencia corre como pollo descabezado por las sendas de las redes sociales con las distintas fórmulas de compensación dela frustración.
Los principales mecanismos de defensa que aparecen en el discurso disidente son :
1.- Represión.- Es el mecanismo de defensa más importante. Consiste en poner una «barrera» a sentimientos desagradables e inconfesables, de tal modo que los sumerge en el inconsciente, donde, sin embargo, continúan activos. Consiste en impedir que pensamientos y sentimientos dolorosos o peligrosos, que generan ansiedad, entren en la conciencia, por ejemplo: el deseo de herir a una persona.
2.- Racionalización.- El sujeto intenta explicarse a sí mismo la situación y encontrar una justificación para ella: «Si, en el fondo es lo que quería», «Me ha venido bien». Se inventan excusas para explicar el propio comportamiento. Es el caso del estudiante que recibe un suspenso y dice «el profesor me tenía manía».
3.- Negación de la Realidad. Se trata de ignorar las realidades desagradables y no enfrentarse a ellas. «Que va. Si no me pasa nada, yo tan contento», «¿Quién ha dicho que me siento frustrado?».
4.- Fantasía.- Es otra forma de negar la realidad, realizando en la imaginación lo que uno no puede hacer en la realidad. El tímido, por ejemplo, se imagina a sí mismo, plantando cara. Las fantasías también pueden se utilizan en la conversación con los demás: «Y entonces le dije… !Se puso a temblar!».
5.- Introyección.- Consiste en la identificación del sujeto con personajes ideales, modélicos que poseen algo de lo que él carece y desearía tener. Dicho personaje vive dentro de él. Si sufre, él sufre, si triunfa, él triunfa. Suelen ser personajes inventados o famosos con una vida pública y conocida, como futbolistas, cantantes, Superman, etc.
6.- Compensación.- Consiste en contrarrestar el fracaso en una actividad buscando sobresalir en otra. Ejemplo, una persona que se siente poco atractiva físicamente desarrolla habilidades musicales extraordinarias.
7.- Desplazamiento.- Consiste en pasar los sentimientos hostiles que se sienten contra un objeto o persona en otro diferente. Es el caso de un hombre que pega a su mujer o su hijo, porque ha reñido con su jefe.
8.- Respuesta reactiva.-Se adoptan y expresan sentimientos contrarios a los verdaderos. Es el caso de una persona insegura que aparenta ser fuerte y duro.
9.- Regresión.-El sujeto vuelve a una fase anterior de su vida ante una situación de ansiedad. Es frecuente en los niños, cuando nace un hermano menor y vuelven a mojar la cama por la noche.
10.- Sublimación.-Este mecanismo es utilizado por las personas cuando tienen deseos (agresivos y sexuales) que ellos mismos consideran inaceptables. En estos casos el sujeto desvía esos deseos hacia actividades superiores o sublimes: artísticas, religiosas, intelectuales o de ayuda social.
11.- Proyección.– Consiste en colocar nuestros defectos, pensamientos o deseos inaceptables en otros. Tal es el caso de la persona que acusa o desconfía de que su pareja le sea infiel porque ella lo ha sido o desearía serlo.
Lo importante sería no centrarse en este discurso teledirigido y establecer pautas sanas de comunicación opuestas:
En lugar de reflejar sensación de injusticia, mostrar activismo real.
En lugar de mostrar sensación de incapacidad, establecer opciones razonables.
En vez de centrarse en el daño sufrido, centrarse en el aprendizaje
En definitiva integrar las experiencias como una herramienta para el futuro manteniendo bajo control las emociones negativas.
¿Por qué nos aferramos a este discurso emocional disidente?
Este discurso emocional genera de forma más o menos aparente o intensa una sensación de ira.
La ira es una reacción inmovilizante, una elección, un hábito, una reacción aprendida; proviene del deseo de que el mundo y la gente sean diferentes a lo que realmente son. Es debilitante: física y psicológicamente porque supone una tremenda ironía: Nunca logra cambiar a los demás, y solo consigue intensificar el deseo de la otra persona de controlar a la persona enfada. Una persona que se deja controlar por la ira, es una persona fácilmente controlable.
Definamos el término ira. En el sentido que lo usamos en este capítulo se refiere a una reacción inmovilizante, una reacción que se experimenta cuando nos falla algo que esperábamos, algo con que contábamos.
Toma la forma de rabia, hostilidad, de agresión contra alguien o incluso de silencio amenazante. No se trata simplemente de un enfado o irritación. Una vez más la palabra clave es inmovilidad.
La ira es inmovilizante y por lo general proviene del deseo de que el mundo y la gente sean diferentes a lo que realmente son.
La ira es una elección y un hábito. Es una reacción aprendida ante la frustración y a resultas de la cual te comportas como preferirías no hacerlo. De hecho, la ira profunda es una forma de locura.
Se es loco cuando no se puede controlar el propio comportamiento. Así pues, cuando estás enfadado y pierdes el control, sufres una locura temporal.
EL SISTEMA DE RETRIBUCIONES QUE TÚ HAS CONSTRUIDO PARA ESCOGER LA IRA
(De Tus Zonas Erróneas de W. Dyer)
A fin de aplacar tu mal genio, lo más efectivo es empezar a percibir las razones que se tienen para usarlo. He aquí algunas de las motivaciones psicológicas para mantener en funcionamiento ese mal genio:
Cuando se te hace difícil controlarte, te sientes frustrado o derrotado, te es posible usar la rabia para trasladar la responsabilidad de lo que sientes a otra persona u otro suceso en vez de dominar tus propios sentimientos.
Puedes utilizar la ira para manipular a los que te tienen miedo. Esto es especialmente efectivo con los que son más jóvenes o más pequeños, física o psicológicamente.
Los accesos de ira atraen la atención de los demás y así logras sentirte importante y poderoso.
La ira es una excusa muy cómoda. Puedes volverte loco -temporalmente- y luego disculparte diciendo: "No pude evitarlo,". Así puedes exonerar tu comportamiento con una lógica de descontrol.
Consigues lo que quieres porque los demás prefieren aplacarte que tener que tolerar tus rabietas y ataques de ira.
Si le tienes miedo al amor o a la intimidad, puedes enfadarte por algo y evitar de ese modo el riesgo de compartir algo emocionalmente. Puedes manipular a los demás por medio de la culpa haciendo que se pregunten: "¿Qué hice yo para que se enfade de esta manera?,. Cuando los demás se sienten culpables, tú eres poderoso.
Puedes bloquear la comunicación cuando te sientes amenazado porque alguien es más hábil que tú. Usas la rabia para evitar el riesgo de quedar en inferioridad de condiciones.
No tienes que ocuparte de ti mismo cuando estás enfadado. De ese modo puedes usar tus momentos presentes de una manera muy fácil al estar furioso y evitar hacer lo que sea necesario para mejorarte a ti mismo. Utilizas la ira para desahogarte.
Puedes sumirte en una profunda compasión de ti mismo después de un ataque de rabia, compadecerte de ti mismo porque nadie te comprende.
Puedes evitar pensar con lucidez por el mero hecho de enfadarte.Todo el mundo sabe que no puedes pensar claramente en esos momentos. Así que ¿por qué no echar mano de la vieja ira cuando quieres evitar el pensar con rectitud y claridad?
Puedes usarla como excusa por un fracaso o por tu falta de capacidad. Incluso puedes llegar a evitar que los demás te ganen debido al miedo que inspiran tus accesos de mal humor.
Puedes utilizar la rabia como excusa diciendo que la necesitas para poder realizar algún trabajo específico, pero en realidad la ira es un comportamiento inmovilizador y no ayuda a trabajar bien.
La otra cara de la moneda: La afición por generar ira en los demás. El comportamiento pasivo agresivo y el activismo de provocación.
La persona de comportamiento pasivo agresivo, es una persona que parece acceder voluntariamente y con gusto a determinadas tareas y relaciones pero que boicotea desde un inicio. La persona con actitud pasivo agresiva por ejemplo, dice que se compromete a hacer algo pero luego no lo hace, o lo hace mal. No se trata de un mero error o un despiste sino una actitud frente a la vida o frente a personas concretas. Así, en lugar de romper una relación, lo que hace es que se vuelva imposible, para que sea la otra persona la que explote.
Los signos específicos de la conducta disidencia pasivo-agresiva:
Resentimiento y oposición frente a las exigencias de otros y normas, sobre todo a las exigencias de personas en posiciones de autoridad.
Resistencia a la cooperación, procrastinación y errores intencionales en respuesta a las exigencias de otros.
Actitud cínica, sombría u hostil.
Quejas frecuentes sobre sentirse subestimado, perjudicado o engañado.
Las retribuciones que obtiene la persona pasivo agresiva son las mismas que las personas que están enganchadas a la ira, porque la ira en muchos casos, puede ser una emoción simbiótica.
En una reciente ponencia, una persona del público lanzó una pregunta incómoda a la mesa “vosotros estáis ocultando la verdad, estáis eludiendo las respuestas importantes... ¿quién es el responsable de la manipulación social?” esta actitud pasivo agresiva -por el tono y el contexto- pretende provocar enfado y dar al protagonista una importancia que no merece pues se aprovecha un turno de preguntas para introducir unas cuestiones ajenas a la exposición.
Día tras día, vemos que estas explosiones de ira y esta provocación de la ira, se mantienen en la calle y en las redes sociales con el debilitamiento que supone para todos ya que los discursos y debates terminan por quedar infestados de ira.
Resulta también difícil detener el discurso de ira y frustración, porque cuando se trata de poner orden, se te acusará de tener un discurso de odio o de ser ofensivo, porque tanto la ira como la provocación de la ira se escapan del control de la lógica y la buena educación.
Si permites que un enfadado o un provocador hable: parasitará tu relación y tu conversación. Si no dejas que hable: te acusará.
Después de todo, si puedes conseguir que alguien se enfade y entre en ira, significa que tienes más fuerza que él y lo controlas. Puedes sentirte fuerte si consigues que un policía se enfade y te tire al suelo... Puedes sentirte muy seguro de ti mismo si consigues evitar una relación sexual que no te apetece, haciendo que tu pareja se enfade media hora antes: Tienes el control.
ALGUNOS PROYECTOS QUE PUEDEN SERVIR PARA REEMPLAZAR LA IRA
(De Tus Zonas Erróneas de W. Dyer)
La ira se puede eliminar. Para ello es necesario pensar de distinta manera y se puede lograr ocupándose de un solo momento presente a la vez. Cuando te tienes que enfrentar con gente o hechos que provocan tu ira o te instan a escoger la ira, ten conciencia de lo que te dices a ti mismo, y entonces trata de elaborar frases nuevas que provocarán nuevas sensaciones y un comportamiento más productivo.
No podemos cambiar ni a la persona que expresa ira ni al provocador de ira.
He aquí algunas estrategias específicas para combatir la ira propia como única herramienta para controlar los efectos de la ira ajena.
Lo primero y más importante es: toma contacto con tus propios pensamientos en el momento mismo en que te enfadas; entonces debes recordar que no tienes que actuar así simplemente porque siempre lo has hecho. Lo más importante es estar alerta al respecto.
Tratar de postergar la ira. Si tu reacción normal ante algo es de enfadarte, trata de postergar esa ira durante quince segundos y luego explota como sueles hacerlo. La próxima vez trata de postergarla treinta segundos y sigue alargando los intervalos. Cuando empieces a ver que puedes postergar la ira, te darás cuenta que has aprendido a controlarla. Postergarla significa controlarla y con mucha práctica la eliminarás por completo.
Cuando tratas de utilizar la ira en forma constructiva para enseñarle algo a un niño, prueba de hacer como si estuvieses enfadado. Levanta la voz y frunce el ceño, pero no sientas todo el dolor físico y psicológico que acompaña a la ira.
No trates de engañarte a ti mismo diciéndote que disfrutas de algo que en realidad te es desagradable. Algo puede desagradarte sin que por ello te tengas que enfadar.
Trata de acordarte en el momento en que te enfades que los demás tienen derecho a ser lo que escogen ser, que tu exigencia de que sean diferentes sólo logra prolongar tu ira. Trabaja para lograr permitirle a los demás el derecho a sus propias elecciones así como insiste en tu propio derecho a la libre elección.
Pídele a alguna persona de confianza que te ayude. Pídele que te avise cuando estés enfadado ya sea verbalmente o con alguna señal convenida. Cuando recibas esta señal piensa en lo que estás haciendo y luego prueba de usar la estrategia de la postergación.
Escribe un diario de tu comportamiento iracundo y apunta exactamente el día, hora y lugar del incidente en el que escogiste enfadarte. Sé muy exacto y cumplido en tus anotaciones; oblígate a apuntar todas las veces que has reaccionado con rabia. Pronto descubrirás, si persistes, que el mero hecho de tener que anotar el incidente servirá para persuadirte a escoger la ira con menos frecuencia.
Trata de estar cerca físicamente de algún ser querido en el momento en que sientas rabia. Una de las manera de neutralizar tu hostilidad es cogerte de las manos de alguien, a pesar de tu inclinación en contra, y sigue asido a esas manos hasta que hayas expresado lo que sientes y disipado tu ira.
Habla con las personas que son los blancos más comunes de tu ira en un momento en que no estés enfadado. Comparte con el otro las actividades más provocadoras de ira, y proyecta alguna manera por medio de la cual puedes comunicar tus sentimientos sin tener que recurrir a un comportamiento debilitante como es el de la ira. Quizás una notita por escrito, un mensaje o una caminata para serenarse podrían dar resultado si antes se llega a un acuerdo al respecto, de modo que no sigan maltratándose mutuamente con exabruptos de ira que no tienen sentido. Al cabo de unos cuantos paseos para serenarte, empezarás a ver lo insensato que es dejarse llevar por el mal genio.
Aplaca tu ira durante los primeros segundos clasificando lo que sientes y lo que crees que siente tu compañero también. Los primeros diez segundos son cruciales. Si logras sobrepasarlos verás a menudo que la rabia se ha desvanecido por sí sola.
Ten conciencia de que todas las cosas en las que crees serán desaprobadas por el cincuenta por ciento de la gente el cincuenta por ciento del tiempo. Si esperas que gran parte de la gente esté en desacuerdo contigo, verás que no escoges la ira. En cambio te dirás a ti mismo que el mundo es justo y recto porque la gente no está de acuerdo con todo lo que tú dices, piensas y haces.
Ten conciencia de que si bien la expresión de la ira es una alternativa saludable a guardarse ese sentimiento en el interior, no sentirla en absoluto es la opción más saludable de todas. Cuando dejes de pensar que la ira es algo natural o típicamente humano, habrás adquirido una razón interna para tratar de eliminarla.
Trata de no esperar demasiado de los demás. Cuando dejas de tener expectativas, dejas de esperar lo que muy bien puede ser imposible y dejas de enfadarte si no lo consigues.
Recuerda que los niños son siempre activos y bulliciosos y que no sacarás nada enfadándote. Y si puedes ayudar a que los niños hagan elecciones constructivas en otras áreas, no podrás nunca alterar su naturaleza básica.
Anímate a ti mismo. Si lo haces, no te sobrecargarás de un sentimiento que resulta tan destructivo para tu persona.
En vez de sentirte esclavizado por todas las circunstancias frustrantes, usa esas mismas situaciones como un estímulo para cambiarlas. De ese modo, no tendrás tiempo para enfadarte en tus momentos presentes.
La ira se entromete en nuestro camino. No vale para nada, no es beneficiosa para nada. Como todas las zonas erróneas, la ira es un medio que sirve para usar elementos externos a ti a fin de explicar cómo te sientes. Olvídate de los demás. Haz por tu cuenta tus propia s elecciones y no permitas que éstas estén empañadas por la ira.
En cuanto a las reacciones frente al provocador de ira, lo importante es no reaccionar frente a las provocaciones y ser asertivo. El provocador quiere controlarnos con su discurso o su actitud provocadora y se alimentará de nuestra reacción creando culpa y preocupación.
La única herramienta disponible es la indiferencia y la neutralidad emocional. Hay que hacer el esfuerzo para que nada de lo que diga o haga, provoque en nosotros una reacción emocional, y nuestra respuesta verbal debe ser la claudicación simulada, la pregunta asertiva, el aplazamiento, ignorar o procesar el cambio. Cualquier cosa sirve para centrar el discurso y reconducirlo hacia donde queremos.
En cuanto a reaccionar ante las provocaciones, debemos analizar en función de las teorías del Análisis Transaccional cuál es la estructura de comunicación que se está estableciendo y marcar una estrategia que lleve a una conversación entre adultos (sucesivas transacciones complementarias) y que nos aleje del triángulo dramático (agresor, víctima, salvador), evitando confrontaciones frontales que pueden provocar más violencia (salvo que nuestro objetivo sea que el iracundo o provocador, desaparezca definitivamente de nuestras vidas).
Si te enfadas: has perdido el juego!
NOTA: Yo suelo perder en estos juegos
me ha venido a la memoria una conocida, ahora psicóloga que siempre tenía una sonrisa y siempre se salía con la suya.... tenía la habilidad de adjetivar las conductas ajenas, y las suerte de ocultar las suyas, aunque sus niños fueran unos cafres...
es asombroso como la psicología nos da respuestas a "reacciones animalescas", en parte ayudan, cuando esas reacciones son demasiado incontrolables
pero la mitología nos ayuda aver que incluso los Dioses sufrían de ira... o Cristo cuando entro en la sinagoga en medio de mercaderes.
aunque algunos psicologos tambien explicaran que los Dioses nunca existieron o que Cristo "tenia sus motivos"
demasiadas explicaciones para justificar que ellos se erigen en architectos del "buen ser"
Acabo de borrar un comentario anónimo de alguien que dice haber digerido con naturalidad la rabia que le producen las rayas en el cielo.
Me alegro por esa persona.
No me alegro de que necesite ser anónima para expresarse y por eso he borrado su comentario.
Entiendo que a la gente a la que les han lavado la cabeza los chemtrileros, chentrolistas o chemtroleros sientan rabia e ira aunque digan controlarla.
En estos casos recomiendo que la pobre gente engañada o busque solución a su engaño (solo hay que abrir los ojos) o vaya con su cuento a otro lado.
Puede que sea ofensivo. Pero no soy idiota.
Un analisis absolutamente brillante. Chapeau