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La pseudociencia psiquiátrica


A tenor de críticas que parecen llegar de la ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE PSIQUIATRÍA.


Que en relación a distintas manifestaciones realizadas por escrito, las mismas se hacen en el ejercicio de la libertad de expresión, el derecho a informar y el derecho a ser informado.

Que todas las manifestaciones se corresponden a la experiencia real del autor como enfermero, como abogado y como responsable de una asociación de consumidores dedicada a la defensa de los ciudadanos frente al abuso médico entre otros.

Que todas las manifestaciones cuestionadas forman parte de las conclusiones personales y profesionales alcanzadas tras la asistencia de cientos de casos de abuso psiquiátrico, no siendo simples generalizaciones sino la manifestación de casos concretos que han sido parte de reclamaciones patrimoniales o de procesos judiciales y por lo tanto existe información disponible que las justifica.


“La psiquiatría (...) sirve una maquinaria de control social que a veces se convierte en agente de la venganza social y política”. Muchos de los procesos de incapacitación observados se deben a abusos parentales, violencia doméstica o problemas con herencias. Se han detectado casos abundantes de todo ello y la práctica generalizada es la de obviar los problemas sociales y familiares sin la más mínima intervención. Son hechos constatados a través de casos. Es una práctica habitual psiquiatrizar los problemas sociales, y tan es el caso que el Alto Comisionado de Naciones Unidas en temas de discapacidad ha dictado resoluciones al respecto.


“El Psiquiatra rompe su juramento hipocrático…”. El psiquiatra con demasiada frecuencia ejerce una función que no está al servicio del paciente sino al servicio de la “seguridad”. El médico se debe al paciente seguía el Juramento Hipocrático. Cuando el médico impone, colabora o ayuda a aplicar tratamientos involuntarios en contra de los intereses del paciente, rompe de manera inequívoca ese juramento hipocrático. Los tratamientos involuntarios contravienen ese juramento. Pocos son los psiquiatras que no soliciten, autoricen, consientan o colaboren con tratamientos involuntarios.


“La psiquiatría como pseudociencia y como ideología totalitaria debe verse auxiliada por la fuerza y la coerción, y no tiene aliados en la ciencia o en la moral, sino en los jueces y fiscales al servicio del estado y del «interés general»”. No hay ni una sola evidencia científica de que exista ni una sola de las enfermedades psiquiátricas. Se trata de cuadros nosológicos que no se corresponden con evidencias físicas, genéticas o biológicas. Es decir, es una pseudociencia. La pseudociencia o seudociencia (en griego: Ψευδοεπιστήμη, romanización: Psevdoepistími; ‘falsa ciencia’) es aquella afirmación, creencia o práctica ('pseudoterapia o 'falso tratamiento') que es presentada como científica y fáctico, pero es incompatible con el método científico. La psiquiatría es incompatible con el método científico ya que no existe ni una sola prueba que permita comprobar mediante cegado, que una persona padece o no una patología de las llamadas psiquiátricas. El apoyo institucional que recibe la psiquiatría por los operadores jurídicos se basa en criterios de orden público que nada tienen que ver con la ciencia.

“El psiquiatra es quien de forma absolutamente ilegal envía un fax al juzgado para solicitar un internamiento involuntario, por causas falsa[sic] sin urgencia necesaria, ante medidas menos restrictivas e incluso por cuestiones de ego como «no viene a mi consulta desde hace meses»”. Esta es una práctica habitual que no es necesario aclarar. Forma parte de la experiencia y de la constatación del casos reales y es la práctica habitual para internar involuntariamente a una persona. En la práctica habitual, se hace pasar por internamiento urgente lo que es un internamiento de conveniencia, transgrediendo los límites de la legalidad ordinaria y procesal.


“Hay un número indeterminado de abortos coactivos en España a manos de psiquiatras que no quieren que los ciudadanos veamos la catástrofe que le pasa a un niño cuando nace después de haber estado sufriendo la medicación psiquiátrica que tomaba la madre”. Esta es una afirmación constatada por casos documentados que podemos exponer salvaguardando la identidad de las afectadas pero que son una realidad. Es una realidad la coacción para abortar y es una realidad el efecto pernicioso de la medicación psiquiátrica en los embriones y fetos que no es necesario justificar en este momento.


“[E]l diagnóstico psiquiátrico es mera pseudociencia y asqueroso juicio de valor. El diagnóstico psiquiátrico es una pseudociencia porque se basa en la mera opinión de un supuesto profesional, nao basado en pruebas médicas, biológicas, genéticas., metabólicas o de imagen. No existe forma alguna de comprobar si el diagnóstico es certero o no y este es el debate eterno en todos los foros judiciales. Creemos en el informe pericial o en el psiquiátrico porque damos presunción de veracidad al informe, pero no porque se pueda comprobar con prueba alguna. Reputar que un niño tiene un síndrome de hiperactividad sin ninguna prueba es un juicio de valor asqueroso en tanto en cuanto puede condicionar, deteriorar o incluso destruir experiencias de la infancia que son necesarias. Llamar psicótica a una persona intoxicada por drogas no deja de ser más asqueroso.


Para que conste.

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