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El Supremo y las mascarillas


El Tribunal Supremo enreda, retrasa y hace imposible el ejercicio del derecho a la Tutela Judicial Efectiva en los asuntos del estado de alarma, las fumigaciones y las mascarillas.

En cuanto a las mascarillas, el Tribunal Supremo, el Ministerio de sanidad, la Abogacía del Estado y la Fiscalía se comportan con una absoluta deslealtad y en contra de las normas básicas procesales y de orden público.

En cuanto al estado de alarma el Gobierno ha presentado un expediente administrativo que no llega a los 200 folios y en el que no hay ni la más mínima ni elemental justificación técnica científica ni jurídica. Nos han tomado el pelo. Y como nos han tomado el pelo y es tan evidente que con 200 folios no puede haber razones para arruinar un país y secuestrar a 47 millones de ciudadanos, el Tribunal Supremo se niega de forma reiterada a entregarnos el expediente administrativo que por su propia naturaleza es público y debe estar a disposición de cualquier interesado.

En cuanto al tema de las fumigaciones, el Ministerio de Sanidad entrega un expediente de seis páginas que no es nada que un borrador de la norma y no presenta documento alguno que justifique las fumigaciones. Este es el Gobierno que tenemos y el Tribunal Supremo es cómplice, porque tal desvergüenza no debe ser tolerada por un órgano judicial. En una medida que afecta a los derechos fundamentales, a la salud y al medio ambiente, el Ministerio no se puede presentar ante el Tribunal Supremo con seis folios que no dicen nada.

Y en cuanto al tema de las mascarillas otro tanto, porque el Ministerio de sanidad se presenta esta vez con cuatro folios que no son más que correcciones gramaticales y semánticas de la Abogacía del Estado -la Justicia Gratuita del Gobierno y sus mamporreros- que pagamos los ciudadanos.

El Tribunal Supremo rechaza las cautelares porque dice que las excepciones que plantea la norma son suficientes.

Es decir, la mascarilla no es obligatoria y no es obligado su uso cuando una persona tiene dificultades para respirar con ella, sin necesidad de alegar o justificar enfermedad alguna. Eso es lo que dice el Tribunal Supremo.

Sin embargo el gobierno coacciona a las empresas y a la policía para que obliguen a los ciudadanos a someterse a esta tiranía. Si no te pones la mascarilla, pasas a entrar en la muerte civil y ya no puedes trabajar con tranquilidad, ni ir a comprar, ni usar transporte público, ni ir a un espectáculo ni nada. Se trata de un acto de humillación y sometimiento, que como he dicho, el Gobierno trata de justificar con cuatro folios de correcciones gramaticales.

Esta semana hemos podido presentar la demanda por la obligatoriedad del uso de mascarillas después de todas las dilaciones y trampas del Tribunal Supremo, la Abogacía del Estado y la Fiscalía. La Constitución establece una protección en estos casos "Sumaria y Preferente", pero hace tiempo que la Justicia en España gobernada por funcionarios y políticos, se aleja del orden constitucional.

Ahora se les ocurre humillar a los niños con lavado compulsivo de manos, distancia social y uso de mascarillas.

Si permitimos que empiecen a humillar y a condicionar a los niños, si les instruimos en el terror y les enseñamos a aceptar la tiranía, nuestra sociedad no solo está muerta sino que además se lo merece. Durante décadas, políticos e industriales han ido deteriorando los cuerpos de nuestros hijos con vacunas y experiementos de todo tipo (aditivos alimentarios, vacunas, etc.). Ya hora no hay vuelta atrás. La mascarilla es solo el principio de un rito que termina en la vacunación con algo que nunca sabremos qué contiene ni qué efectos tendrá, porque por si no lo saben, el Ministerio de Sanidad se niega a informar sobre el contenido de las vacunas, sobre la seguridad y la eficacia de las vacunas.


¿Qué hacer cuando te obligan a usar la mascarilla? Pues no usarla.

¿Qué hacer si te ponen una multa? Pues recurrirla.

¿Qué pasa si no hacemos nada? pues que después de la mascarilla será otro aislamiento, o una vacuna, o el derecho de pernada, o el sacrificio de bebés en abortorios o en fiestas multicolor o cualquier cosa que se les antoje, porque por lo visto, con cuatro folios pueden ir al Tribunal Supremo a que los defiendan.

Estamos al borde del abismo económico, sanitario y moral.

Estamos en guerra

En septiembre celebraremos nuestro primer congreso virtual donde hablaremos de todas estas cosas y de la necesidad de que los ciudadanos de buena voluntad se unan para acabar con la tiranía de los políticos desde la ultraderecha a la ultraizquierda.
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